Vasco Ascolini · La emoción de la piedra

25 Feb 2015

Vasco Ascolini · La emoción de la piedra

Como recordarán nuestros socios, en 2008 la revista Estudios Clásicos inauguró esta sección dedicada a difundir en castellano trabajos de especialistas extranjeros que ofrecieran nuevas aproximaciones o aspectos relevantes sobre los temas de interés de la SEEC. Desde aquel número 134 hasta ahora, en ella se han publicado exclusivamente textos. En esta ocasión, el Consejo de Redacción de la revista ha querido ofrecer un tipo de contribución que, aun no siendo textual, constituye un ilustrativo ejemplo de lo que hoy en día consideramos tradición clásica: la visión de la cultura clásica de un fotógrafo contemporáneo que ha dedicado buena parte de su obra a interpretar el pasado grecolatino a través de su objetivo.

PDF del artículo publicado en Estudios Clásicos 146 (2014)

Vasco Ascolini-EClás 146 (2014)

Tal como señaló Ernst Hans Gombrich a propósito de la exposición Vasco Ascolini. Aosta metafisica e altri luoghi (Aosta 1989), «cualquiera que sepa manejar una cámara fotográfica puede usarla para ‘registrar’ lo que ve, pero sólo un artista como Vasco Ascolini puede usarla también para ‘interpretar’ lo que ve». En efecto, a Ascolini no le interesa retratar fidedignamente los lugares y las piezas que fotografía, sino darnos su visión personal de lo que ve, hacer partícipe al espectador de las emociones que esos lugares y objetos han producido en él. Establece con el pasado clásico un tipo de relación similar a la que se produce entre un texto y sus hipotextos. Sus fotografías no son reproducciones convencionales de la realidad tal como se nos presentan a través de la experiencia visual, sino más bien una reflexión sugerente sobre lo que esos objetos provocan en su estado de ánimo.

Para ofrecernos su particular visión de la realidad, Ascolini utiliza un lenguaje muy personal: la luz y el encuadre. Con la luz aísla, dentro del espacio visual, lo que él desea mostrarnos, ocultando, con la oscuridad total, aquello que no desea que veamos. Ese negro total que no deja entrever nada de lo que contiene obliga a nuestros ojos a concentrarse en la forma y proporciones de lo que está iluminado, del fragmento de la realidad a través del cual nos hacemos una idea del todo al que pertenece. El propio Ascolini confiesa cómo esta búsqueda personal de la oscuridad y la luz comenzó con la serie de fotografías teatrales y continuó en su etapa posterior, dedicada a la arquitectura y la escultura: «Quería un negro dentro del cual no se pudiera ver nada, del cual surgiera la figura, con la oscuridad que se convertía en una forma impenetrable. Cuando ya no pude seguir haciendo fotografías de teatro y pasé a ocuparme de lugares, de arquitectura y arqueología, quise permanecer fiel a esta marca personal mía, a ese negro que había descubierto a través de aquella experiencia».

La selección de fotografías de esta contribución ha sido realizada por la editora con la supervisión del autor, a quien el Consejo de Redacción de la revista desea agradecer su generosa y desinteresada colaboración, así como al fotógrafo Luca Gilli, quien también ha hecho posible que esta colaboración vea la luz. La selección y el diálogo buscado entre las fotografías pretenden ilustrar la continuidad del recorrido artístico de Ascolini. Hemos querido destacar la importancia que han tenido las fotografías teatrales en la concepción de las imágenes de la escultura clásica, que abiertamente pretenden reproducir los movimientos de la danza, convirtiendo a la piedra antigua en un objeto vivo ante nuestros ojos. El juego entre la apariencia y la realidad remite al lenguaje de uno de los autores predilectos de Ascolini, Jorge Luis Borges, quien le fascina precisamente por su capacidad de confundir lo imaginario con lo real, de construir ficciones a partir de fragmentos de la Antigüedad.

Invitamos a los lectores de Estudios Clásicos a revisitar el mundo clásico a través de la particular mirada de Vasco Ascolini.

Patricia Cañizares Ferriz